viernes, 8 de marzo de 2013

El día que conocí Federal




(Escribe Silvia Muñoz Velcheff -Presidente de Fundación Chamamé- / Febrero de 2013). Me dijeron que me iba a encontrar en Federal, Entre Ríos, con un festival de chamamé completamente distinto, y pensé: será porque tendrán un estilo diferente (chamameceramente hablando) o porque allí, donde tantas veces quise ir y nunca podía, hacen del chamamé “un  chamamé más entrerriano”, algo que me iba a sonar raro…en fin una serie de prejuicios y preconceptos danzaban en mi mente camino a Federal. Una mezcla de sensaciones encontradas y una gran expectativa fueron cargando mi alma de ansiedad por conocer el Festival Nacional del Chamamé de Norte de Entre Ríos, más conocido como el Festival de Chamamé de Federal, su edición número 38, casi cuatro décadas de chamamé, y la primera para mí!
Viajando en ruta desconocida, de noche, tratando de llegar a tiempo para la apertura, imaginé un pequeño pueblo, perdido en la norteña entrerrianía, mi sorpresa comenzó al vislumbrar no muy lejos, la estela lumínica de una ciudad importante. Sus calles espaciosas, bien diagramadas, jugando con una ruta que la divide pero no la separa, con unos arcos-túneles que le dan integridad, monumentos cálidos, no frío mármol, de personajes queridos y emblemáticos nos dieron la bienvenida. El bullicio estaba en todas partes, pero allá en el fondo de la ciudad estaba esperando con cientos de fuegos artificiales el anfiteatro 'Pancho Ramírez' y su escenario 'Ernesto Montiel'. Hacia allí fuimos ansiosos de conocer este predio del que tanto había escuchado, la amabilidad y la simpatía de los federalenses no se hizo esperar y nos fueron guiando, atendiendo con una alegría y entusiasmo que nos hizo olvidar el cansancio de los kilómetros recorridos. Al llegar, la prensa tuvo para nuestra sorpresa la más grata bienvenida. Arturo Luna y Mariano Márquez fueron los anfitriones que todo periodista sueña. En el transcurso de la tarde, nos habíamos perdido de presenciar y participar de una Cátedra abierta sobre la vida y obra de Mario Millán Medina, a la que gentilmente fuimos invitados; allí Polito Castillo, este inefable difusor, impulsor, defensor acérrimo que el chamamé tiene en Buenos Aires, personalmente dirigía esta Cátedra, junto a su hija Mariángeles y la hija de don Mario Millán Medina, Virginia; espacio de estudio iniciado en Federal hace unos años, cuando vieron y sintieron la necesidad de hacer “más por el chamamé” una preocupación constante de todo un pueblo, que marca el rumbo de muchas propuestas en otros ámbitos. Federal siempre está a la vanguardia de estas iniciativas.
Don Arturo Luna nos recrimina cariñosamente el no haber llegado a tiempo para tan importante acción, y nosotros nos sentimos realmente en falta por no haber hecho el tiempo para hacerlo. Desde Corrientes muchas veces reclamamos al país la falta de inclusión del chamamé en las grillas de espectáculos folclóricos más grandes del país, pero no nos damos cuenta del enorme esfuerzo que han hecho en la misma Buenos Aires, muchísimos difusores, como don Polito Castillo, y tantos otros, que sin haber nacido en Corrientes, se sienten y aman nuestra música como propios, y algunos como él, han dejado jirones de vida por difundirlo y defenderlo.
El anfiteatro nos sorprendió. Desde su sencillez y calidez hasta su enorme capacidad totalmente colmada. Con gran comodidad, cada uno en su silla con apoyabrazos, más de 12.000 personas sentadas y otras tantas bailando con un entusiasmo inusitado nos fueron dando el primer panorama. Un escenario donde las flores daban un marco que debe ser único, ya que no recuerdo haberlo visto en otro lugar, y un constante fluir de agua sobre ellas, como un río de música eran el pie perfecto de los músicos chamameceros que como si estuvieran en casa, dialogaban con el público, con tiempo suficiente cada uno para desgranar su bagaje de canciones.
Desde la pista, un colorido digno de admiración de orgullosas parejas, vestidas al estilo gaucho,  gente de todas las edades y lugares, lucían sus bordados denotando su fe o su lugar de procedencia, se daban el lujo y el gusto sobre este amplio espacio, de demostrar que el chamamé es canto y danza y no pueden coexistir uno sin lo otro, detalle mayúsculo, agradecido hasta al cansancio por los bailarines.
El anfiteatro es una enorme plaza, cómoda, con un suave declive que permite disfrutarlo todo, detrás del escenario también en un amplio espacio, la prensa trabajaba cómodamente instalada y atendida, con el indispensable “wi-fi” y hasta el agua mineral para todos, que valía más por la sonrisa detrás de cada botellita, allí mezclados con los músicos por subir y los que iban bajando del escenario, todo parecía más un encuentro de amigos y cada entrevista se convertía en un placer. Las revistas “Corrientes es Chamamé” comenzaron a circular tímidamente y por primera vez, una a una por los distintos medios y músicos, pero muchos de ellos, ya las conocen y se encargaron de contar a todos, lo que significaba para ellos este humilde pero perseverante medio de los chamameceros que edita la Fundación Chamamé; pronto comenzaron a requerirlas y a querer saber más sobre esta publicación y nuestro trabajo, cuando nos dimos cuenta que allí todo resultaba poco, porque cuando se trata de chamamé, Federal siempre quiere más.
También entre el público la revista Corrientes es Chamamé inició su difusión. Caminando por el amplio predio, descubrimos el monumento a “Cachencho” que es la cálida demostración de un pueblo a sus mismos integrantes, nos cuentan que Cachencho, que hoy es el emblema del Festival todavía vive y recibe a todos los que quieran ir a saludarlo, aunque él ya no pueda asistir más a su fiesta chamamecera, sigue siendo motivo de constante reconocimiento y cariño.
Un poco más allá, el recientemente  inaugurado monumento a los Pioneros del Chamamé en Buenos Aires, con una  larga lista de músicos que plantaron banderas y semillas chamameceras da cuenta de la preocupación de este pueblo por mantener presente una memoria activa aún para los más ignotos, como una forma de agradecerles el esfuerzo que han hecho por el chamamé, seguramente tratando de llevarles un pedacito de sus pagos a tantos provincianos desarraigados sobre todo en Buenos Aires.
Un quincho amplio, justo detrás de las últimas sillas, ofrece el infaltable asado y otras comidas típicas, otro lugar es ambientado y cedido para la venta de las bebidas, concienzudamente ordenados, hasta en el más mínimo detalle, para que nadie se sienta empujado, maltratado o mal atendido, una lista y una cola para cada cosa, y prolijidad absoluta y sencilla, con el criterio de quienes no tienen otro deseo más que el de hacer las cosas bien, sin dobles intenciones, sin prepotencia, amistosa e inteligentemente.
Cualquier servicio se vuelve fundamental cuando se quiere pasar bien o disfrutar de un lugar o un espectáculo, y si es masivo eso se vuelve difícil y muchas veces inmanejable, pero en el predio, desde los baños estrictamente higienizados, bien iluminados, en perfecto estado cada canilla, numerosos, como lo exige el sentido común ante tanta gente, con personal amable, que más se puede pedir? Hasta una “Unidad Sanitaria” una especie de sala de primeros auxilios fija, con todo lo indispensable, especialmente las ganas de servir ante la más mínima consulta. El sector de los artesanos, tan vital e indispensable para completar esa idea de todo lo que un lugar tiene para ofrecer, cada uno en su puesto, también todas las cooperadores de hospitales y escuelas haciendo su esfuerzo con las comidas al paso, es decir un pueblo entero trabajando denodadamente, no es digno de admirarse y en lo posible imitarse?.
Mientras el chamamé, del mejor, suena allá en el escenario, y nos deleitamos mirando las parejas que bailan, las artesanías, los exquisitos aromas típicos, nos damos cuenta de que todo está hecho pensando en el protagonista principal: el pueblo chamamecero, la nación chamamecera, que recorre todo espacio donde el chamamé (y sus primos cercanos como la polca, la guarania, la chamamarrita se juntan) para hacernos sentir el placer de ser parte de la gente que ama lo suyo, esta forma de ser, esta manera de vivir lo que nos pertenece.
El Festival de Federal no solo son tres noches, durante el día, las reuniones, la Cátedra y sobre todo la bailanta numerosísima, increíble, donde los clubes de fútbol del lugar se encargan de organizar y los jóvenes peregrinos de la Virgen de Salta que viajan durante el año, se encargan de ofrecer a domicilio a los turistas el desayuno de torta frita y mate cocido como para ir recaudando los fondos que necesitan para el viaje. Son tantos los pequeños y grandes eventos que se dan en torno al chamamé en Federal, que sin dudas nos quedamos más que cortos con esta semblanza que quisimos dejar a modo de reconocimiento, de recordatorio y de información valiosa para todo aquel que desee sentir más de cerca nuestra música, hecha con devoción y respeto y disfrutada con el alma colmada de felicidad compartida. Un pueblo entero espera para darse de lleno y por completo cada año, en el Festival Nacional del Chamamé del Norte de Entre Ríos, en Federal, donde todo el año, el chamamé vive!.